Retomamos el bloque de convivencia y el tema que dejamos pendiente el otro día: madres trabajadoras.
En una sociedad donde el concepto “conciliación de la vida profesional y personal” suena en medios de comunicación cada vez más (vamos, que está demodísima), aún hay enormes diferencias entre padres y madres que trabajan.
No voy a hablar aquí de las diferencias en cuanto a aspectos laborales (permisos, retribuciones, derecho a excedencias…)porque ahí sí se va viendo un cambio poco a poco: aumentan los permisos de maternidad y paternidad, empiezan muy lentamente a crearse guarderías en grandes centros de trabajo, se denuncian (de vez en cuando) despidos improcedentes por embarazo…digamos que, al menos bajo mi punto de vista, la cosa no va acelerada pero movimiento hay.
En cambio, de lo que SÍ voy a hablar es de la concepción que hoy, por hoy, todavía pesa sobre muchas madres que trabajan. Por mi profesión he conocido a muchas mamás que trabajan a cientos de kilómetros de donde tienen a su familia y son ellas quienes asumen que deben desplazarse todos los días un par de veces (exponiéndose con las carreteras que hay aquí y las condiciones climatológicas de plena sierra) para cumplir con su trabajo, pero también con su familia.
No voy a decir que no haya compañeros que hacen lo mismo, que los hay y cada vez más, pero también buena parte de ellos se quedan entre semana, conducen menos y están menos AGOTADÍSIMOS, ya e cuando estás mamás llegan a casa les espera además, la cuestión doméstica y del cuidado de los hijos.
…y luego está el tema de la CONCIENCIA que es aún peor que el de la organización: todavía y hoy por hoy, hay muchas mujeres renunciando a su desarrollo profesional a favor de tener una familia, como si ambas cosas no fuesen compatibles…se sienten que ABANDONAN a sus hijos.
Ojo, no solo pasa esto con las madres. También hay muchos PADRES que están fuera todo el día y se sienten CULPABLES o que “SE ESTÁN PERDIENDO” la infancia de sus hijos.
¿Qué opina de todo esto Rojas Marcos? El autor nos dice…
En general, los pequeños que se crían con padres que trabajan fuera de casa, crecen con normalidad, siempre que estén queridos y estén atendidos por personas alegres y afables. La mayoría de los niños puede sin dificultad crear lazos afectivos agradables con otras personas e incorporar nuevas relaciones gratas a su entorno emocional. (Visto así, resulta hasta positivo: el niño no sólo tiene a papá y mamá, tiene a más personas dentro de su red de soporte emocional: otras personas que le dan cariño, seguridad y límites).
De hecho, las madres que trabajan y están satisfechas, estimulan en los pequeños una mayor sociabilidad y una actitud más firme hacia la igualdad de grupo y en las niñas un alto espíritu emprendedor y un sentimiento mayor de autonomía.
Por lo tanto, y al menos, aunque algunas de nosotras aún andemos haciendo equilibrismos y malabarismos para llevarlo todo pa’lante, siempre que el niño perciba un entorno seguro, de satisfacción y estable, crece feliz. A veces somos los adultos quienes creamos a los niños problemas de los que no eran conscientes.
El próximo día trataremos el tema del estrés en el entorno laboral. Chungo, chungo.
BESOS!