En esta ocasión nos pasa el testigo Nuria Espinosa y nos propone elegir una imagen, de un objeto y escribir sobre él. También nos lo relaciona con recuerdos del pasado. Así que cuando vi una de las imágenes que nos compartió...yo lo tuve claro.
Me ha quedado un texto corto, pero para mi está lleno de emociones.
Por cierto, te habrás dado cuenta de que hay miércoles que no publico. En realidad, esta entrada es la que escribo con menos antelación (un par de días antes) por eso hay semanas en las que no tengo tiempo de hacerlo. Seguiré fluyendo, habrá días que salga y otros que no.
Qwerty
Aún la veo cuando voy a Cádiz. Esa vieja máquina de escribir con la que
aprendí a mecanografiar siendo poco más que una niña. Primero la usó mi madre,
y cuando yo cumplí 14 años me la mostró con familiaridad.
Me vienen a la memoria sensaciones: la ilusión ante el folio en blanco y
todo lo que mi yo adolescente quería contar. El dolor cuando me pillaba los
dedos entre dos teclas. El soniquete de las pulsaciones como un ritmo, casi
como una canción. La paciencia para repetir “el perro de San Roque no tiene
rabo”. La pericia para recordar que la tilde se pulsa antes que la vocal que la
lleva. La calidez de la mirada de mi madre al verme sentada frente a ella. El
olor de la tinta.
Esa lettera 32, verde aceituna, guarda tantos recuerdos míos que a veces
pienso que es una parte de mí la que se ha quedado en ella.
Qué recuerdos Noelia, to todavía guardo esta máquina de escribir y ahora me parecería raro picar sus teclas o casi aporrearlas si lo comparamos con los teclados de hoy en día, en algunos de ellos no hay que marcar primero la tilde, solo tocar la tecla ya se despliega un abanico de posibilidades y acentos.
ResponderEliminarBesos.
Estupendo relato. Trajo a mi memoria mi Olivetti roja donde tantos trabajos hice cuando estudiaba. Buena aportación Noelia. Un abrazo!
ResponderEliminarYo también aprendí en una de esas. Un beso
ResponderEliminarHe tenido muchas máquinas de escribir ajajaj. La primera creo que fue una Olivetti que me compré..., después opté por una eléctrica, y después pasé al ordenador...; Pero... también he utilizado esas antiguas negras, super super grandes.... Y es que cuando yo empecé a trabajar en el Juzgado.. (tenía 19 años.. anda que no ha llovido) teníamos esas maquinas.. super super pesadas, pero super super bonitas.. recuerdo las teclas grandes.. que se te metían los dedos entre ellas, que había que desencajarlas.. recuerdo cambiar la cinta y ponerme las manos negras.. y recuerdo poner el papel carbón entre el papel de oficio (luego llegarían las fotocopiadoras ajaj). Es como las grapadoras.. lo que han ido evolucionando..
ResponderEliminarHace tiempo mi padre tenía una de esas, con ella fui a soltarme...¡Qué tiempos!
ResponderEliminarUn beso.
Noelia, hemos compartido el mismo recuerdo ajja. Muy bonito el tuyo. Un beso, feliz miércoles.
ResponderEliminarQué bonito!!! Ayer mismo nos poníamos mi marido y yo a recordar cosas de nuestra infancia y juventud, es algo que hacemos mucho, nos preguntamos cosas para ver como lo vivíamos nosotros antes de conocernos.
ResponderEliminarBuen relato
ResponderEliminarHola Noelia, al igual que tú empecé a teclear mi máquina de escribir con 13 años. No se olvida esa sensación como bien expresas al ver el folio en blanco y empezar a teclear. Me hizo gracia lo de pillarte los dedos entre las teclas, me pasó muchas veces. También guardo gratos recuerdos de aquella época que trajiste a mí memoria.
ResponderEliminarUn relato emotivo y melancólico de una gran belleza.
Te felicito.
Gracias por participar. Un abrazo
Me ha encantado tu recuerdo, de repente me vino a la memoria una máquina de escribir que había por casa y que utilizaba mucho mi padre. Otros tiempos entrañables. Besos.
ResponderEliminarPura nostalgia tu relato! Je, je! Yo también recuerdo mi primera máquina de escribir, una Olivetti Dora, curiosamente también era verde oliva! La heredé de mi abuelo que ya no la usó más al apoderarme de ella. Recuerdo mis clases de mecanografía como una verdadera tortura. Nunca pensé que lo conseguiría! Una de mis pequeñas hazañas personales de la adolescencia! Je, je! Un abrazote Noelia!
ResponderEliminarYo todavía guardo la mía, la misma... De vez en cuando la abro, la huelo y algo en mi garganta se cierra y me hace tragar saliva... Bello microrrelato, Noelia.
ResponderEliminarAbrazo hasta Nana y vos.
Noelia, hago mío tu relato sincero y emotivo, amiga...Nos dice mucho de tu grandeza interior valorando la máquina, el tiempo y todo lo que te rodeaba en ese momento. Realmente era mágico ver las letras escritas en el papel blanco, todo un regalo, y amábamos la máquina, la seguimos amando, porque nos abría un nuevo mundo para expresarnos y aprender a realizarnos...
ResponderEliminarTe dejo mi abrazo entrañable y agradecido por tu amor a las letras y tu cercanía, Noelia.
Me gusta este recuerdo, es evocador. Yo creo que tengo una por aca, en casa, pero es de color naranja. A proposito, hace bastante que no la veo, tendre que buscarla y ver si todavia funciona.
ResponderEliminarUn besote.
Un recuerdo muy amable, de tardes con teclas melódicas que pretendíamos domesticar para escribir.
ResponderEliminarUn bonito texto. Un abrazo fuerte, Noelia
Maquinar historias no es escribir a máquina.
ResponderEliminarUn saludo.
No entiendo exactamente qué quieres decir.
EliminarUn saludo.
Qué preciosidades, he viajado en el tiempo. Ma mía era una Olivetti y cuando mi madre me la dio la puse en un rincón desde el que veía el mar y viví todo lo que dicen. ¡Ay la tilde, qué rabia cuando no pulsaba la tecla!
ResponderEliminarEnhorabuena, me ha encantado.
Una parte de nosotros se ha quedado impresa en el rodillo sobre el que pones el papel. Porque al utilizar la máquina yo creo que parte de ti, cargada de energía, deja su huella indeleble.
ResponderEliminarFelicidades por tu aportación, Noelia.
Una de mis ocupaciones adolescentes fué precisamente enseñar a escribir a máquina en una academía. Se consideraba entonces imprescindible escribir con todos los dedos sin mirar el teclado. Recuerdo bien aquellos mastodontes: Remington, Hispano Olivetti, Lexicon 80, Underwood, etc. También al igual que tú, tuve una Lettera 32. Tal vez todavía subsista en algún rincón del trastero. Lo que importa es que fué el instrumento con el que algunos comenzamos a plasmar nuestros sueños en papel.
ResponderEliminarAy, qué bonito! Y qué recuerdos, también tuve una máquina de escribir (bueno, no era mía, estaba en casa de mi abuela) y me encantaba sentarme a escribir en ella, aunque ya luego vino la época de los ordenadores.. Pero siempre les tendré cariño a las máquinas de escribir, me da la nostalgia.
ResponderEliminarUn beso!
Muy bonitos recuerdos
ResponderEliminarBesitos
No soy tan joven, ni tan viejo, y estuve en contacto con una maquina de escribir ese dolor de que tu dedo quede atrapado aun lo recuerdo, me hiciste traer bonitos recuerdos, y dolorosos, gracias! excelente aporte
ResponderEliminarAprendí mecanografía con 12 años en una de aquellas máquinas de escribir viejas. Trabajé como mecanógrafa y aún resuena en mi mente el repiqueteo de cada letra. Mágico aparato con el que podías llenar folios cuando todo era menos virtual. Muy buen relato, besos.
ResponderEliminarQue lindo recuerdos nos compartes Noelia, creo que todos en algún momento tuvimos contacto con ella, por los padres, abuelos o simplemente porque antes se acostumbraba que hubiera una en nuestras familias.
ResponderEliminarEspero que hayas escrito muchas historias:)
Un abrazo,
Amei o texto. Sempre quis uma máquina de escrever e saber a sensação que é, só que é tão difícil de achar uma que funcione.
ResponderEliminarBeijos
https://www.dearlytay.com.br/
Hola Noelia, bonito recuerdo, realmente esas máquinas de escribir me encantaban.
ResponderEliminarYo tuve mecanografía en la escuela secundaria y mi padre me regaló una Remington 22, cuando yo tenía 15 años, era de lo más moderna entonces, una pequeña valijita color marfil que aún conservo, amaba esa máquina y siempre soñé que con ella escribiría un libro.
Un abrazo.
PATRICIA F.
Hola Noelia, estuve a punto de elegir la foto de la máquina de escribir, porque también me trae muchos recuerdos, al final elegí otra... Entrañable relato.
ResponderEliminarUn abrazo. :)
Mucho sentimiento en tu texto Noe.
ResponderEliminar¡Ay esos recuerdos! También quedé atrapada en ellos a leerte.
¡Aprendí con una máquina aún mas antigua! He tomado clases de mecanografía...¿Así se llamaba?
Abrazo va
Interesantes recuerdos, Noelia.
ResponderEliminarBien contado y acorde a la convocatoria.
Un abrazo.
La mía era una Lettera 25. Seguro que aún la tengo pero no sé donde. Pero la tuya, siempre la de la foto está más trabajada. Pero mucho más. tenía las teclas más anchas que la tuya y no se colgaban los dedos entre dos, pero si marcaba dos a la vez. Lo malo era el tipex ... horrible tener que corregir.
ResponderEliminarEmitido más el contorno quexexplicas wue la propia nostalgia de la máquina.
besosss, Noelia
Mi primera maquina fue una royal, nunca crei la cantidad de hojas que se perdían al tratar de hilar una historia. grato recuerdo.
ResponderEliminarMe parece un texto muy bonito y emotivo.
ResponderEliminarUn beso
Yo tenia una pero creo recordar que la mia era blanca y hubo un tiempo que quise aprender mecanografía por mi cuenta pero al final acabe abandonando la tarea
ResponderEliminarYo aprendi con teclado en normal en clase de mecanografía, jejeje
ResponderEliminarbsss
Ay, qué recuerdos me ha traído tu relato. En casa la compraron para mi hermano, algo mayor que yo, así que yo también quise aprender pronto y, como no tenía fuerza en los dedos para apretar la teclas, recuerdo que me compraron una especie de muelle para hacer ejercicios y coger fuerza jejeje qué recuerdos!
ResponderEliminarBesis
Recuerdo esas máquinas, y el eterno tema de si te apuntabas a taqumecanografía o no (yo fui de las que no) Besos!
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