Sigo participando en los jueves de relatos que, la verdad, me suponen todo un reto que me relaja y me gusta mucho. La propuesta de hoy parte de escribir en primera persona desde el punto de vista de una persona del sexo opuesto al nuestro.
Como esto lo hice la
semana pasada y además, no sé hasta qué punto en realidad la propuesta se
refiere más bien a aspectos de género (es decir, aspectos socio-culturales
asociados a un sexo u otro solo por los caracteres sexuales primarios, por
ejemplo, pensar que los chicos son más rudos y las chicas más emotivas y ese
tipo de cosas) he decido mezclar ambas ideas y así, nuestro protagonista de hoy
va a ser un señor que tampoco tiene muy claras las teorías del género J
¡Espero que os guste!
Llevo trabajando en la facultad más de treinta años como profesor de Historia Medieval. He publicado 15 libros, imparto másters y doy cursos a profesores en activo, además, soy un reconocido miembro dentro de mi universidad.
Por eso me pone de los nervios
que cierto sector de mi alumnado – normalmente chicas – me llamen “señoro” y me
acusen de no estar al día en temas de género. Porque sí, ahora ya no puedo
hablar de “sexos” cuando hago referencia a diferencias entre mujeres y hombres
más allá de la obvia distinciones biológicas. Ahora debo decir “género” a todo
lo que se considera socio-cultural.
¡Y si fuera solo eso! Que si el “techo
de cristal”, que si el “mansplanning”, que si no se qué de un iceberg y los
micromachismos…de verdad, esta juventud sabe de todo…menos de historia, que es
de lo que se trata, al menos en mi caso, que me pagan por enseñarla.
Todo esto iba yo pensando una
mañana camino del aula siete. Me tocaba dar clase a un grupo especialmente
reivindicativo y no pensaba perder un minuto con esas discusiones absurdas. ¡El
temario, que es mi biblia!
Iba tan ofuscado que no la vi
venir. Debo decir que ella tendría que ir muy distraída también, y bastante
nerviosa, porque me pasó todo el carro por encima.
Sí, sí, la limpiadora del ala
derecha de la facultad, una señora rechoncha y canosa, que ya tenía edad casi
de estar jubilada, me pegó tal empellón que caí al suelo y perdí la conciencia.
Pero ojo, que ella, del impacto, se golpeó con uno de los cubos que llevaba en
el carro en una sien, y cayó también cuan larga era.
Cuando desperté…no podía creer lo
que me estaba pasando: parpadeé, miré al techo, me miré los pies…¡¿esos
zapatos?! Llevaba sendos “crocks” (el nombre me lo sé por mi nieta), un calzado
infame…pero…espera…tenía…tenía una bata y un delantal que, por cierto, me
apretaba la cintura. Y me estaba entrando fresco por la zona del culo, porque
las medias que llevaba, de ejecutivo, no me subían más allá de la rodilla.
Incrédulo (“esto no puede estar pasándome a mí”, sonaba
como un mantra en mi cabeza), me incorporé como pude. Justo a tiempo para ver
como mi cuerpo, diligente, se dirigía al aula siete. Igual, aquella rara
mañana, a los de segundo, les gustaba más mi clase.
¡Me ha encantado! Ojalá esta historia continuara porque sería un gran libro seguro.
ResponderEliminar¡Gracias! Me hace mucha ilusión cuando me decís que os gustaría que siguiera un relato.
EliminarUn abrazo.
Lo de cambiar de género para escribir un texto ya hay quien le ha sacado mucho provecho, Carmen Mola, tres tíos como castillos que aprovechando el éxito que la mujer está teniendo escribiendo novela negra o thriller, me parece que son unos desvergonzados.
ResponderEliminarSaludos
A mi también, Emilio. Me enfadé muchísimo, con lo que a nosotras nos sigue costando ser vistas en muchos sectores...dan asco.
EliminarUn abrazo.
Menuda sorpresa.
ResponderEliminarA veces el azar abre la mente a quien lo necesita.
Me ha gustado.
Le llaman karma, ¿no?
EliminarMe alegro, un abrazo.
Y no va a haber segunda parte?? Me he quedado con la intriga.
ResponderEliminarBuen día!
Nunca digo nunca.
EliminarUn abrazo, y gracias!
¡Me encanta!
ResponderEliminarAhora va a saber lo qe son los micromachismos y todo eso que él considera tan banal.
Enhorabuena, un relato estupendo.
Feliz día.
¡Exacto! Un poquito de karma para él, jajaja
EliminarUn abrazo, y mil gracias.
Me ha gustado especialmente la primera parte en la que este señor se enfrenta a un mundo que no termina de entender. Creo que hay más de una persona en su caso. Muchas veces no es maldad, sino ignorancia.
ResponderEliminarBesos!
Sí, totalmente de acuerdo, pero es que la superioridad moral es muy amiga de la ignorancia y creo que en este caso se ve claro (o eso he intentado).
Eliminar¡Besos, guapa!
Creo que este relato da para más capítulos, no nos dejes con la curiosidad de saber qué pasa.
ResponderEliminarBesos.
¡Me hace mucha ilusión que queráis seguir leyendo!
EliminarBesos.
Pobre señor. Ahora es posible que entienda muchas cosas ¡Besos mil!
ResponderEliminarJajaja...seguro que iba a tener más ocasión, sí.
EliminarUn abrazo, querida Cuca.
Al final todo sobre lo que escribes, terminará perteneciendo a la Historia . Nuevas épocas, nuevas generaciones, nuevos vocablos. Evolucionamos.
ResponderEliminarFeliz jueves.
Feliz jueves.
EliminarAlgunos escritos han tenido más visibilidad histórica que otros y en esa línea de denuncia va esta ficción.
me has cautivado, deberia de seguir escribiendo ,....
ResponderEliminar¡Gracias! Todos los jueves, prometo relato si puedo.
EliminarUn abrazo.
Jajaja, me ha encantado, quiero saber más...
ResponderEliminar¿Qué le pasará a este pobre profesor? Jajaja
EliminarUn abrazo.
Me ha encantado! Muy bien escrito, pero me he quedado con ganas de más!!!
ResponderEliminar¡Muchas gracias! Me alegra mucho leer que queréis que siga.
EliminarBesitos.
Hola! me gusto mucho, escribes super bien! estoy deseando leer el relato del próximo jueves. Besos
ResponderEliminar¡Gracias! A ver con qué nos retan, me estimula mucho que nos pongan temas.
EliminarUn abrazo.
El profesor estaba muy centrado en sus clases, pero lo que no me queda claro o si, no sé ajjaja, es que el choque que tuvo con la señora de la limpieza le hizo cambiar de genero, o es que le robaron la ropa y se la intercambio con la señora que le arrastro hasta el suelo ...
ResponderEliminarUn beso y a seguir ver que es lo que pasa con este buen señor .
¿Tú qué crees que pasó? Lo bonito de la lectura es que cada persona la interpreta a su manera.
EliminarUn abrazo.
Jaja un divertido cambio de cuerpos que quizás dure hasta el próximo golpe! Sería interesante cómo resultan ser las clases de la señora de la limpieza dentro de ese otro cuerpo! 😄 Un abrazo
ResponderEliminarQuién sabe, qué podría pasar?! Jajaja esa es la gracia.
EliminarUn abrazo, Mónica.
Me ha encantado, y merece seguir la historia del cambio de género tras chocar el carrito.
ResponderEliminarUn placer leerte Noelia.
¿Qué pasará cuando este señor se enfrente a la vida de la limpiadora? Ah! Me encanta que os guste.
EliminarBesos.
Me gusta mucho conocer ese profesor.
ResponderEliminarBesos
Besos!
EliminarMuy peligroso andarse tropezando con la gente, podria haberse tropezado con la decana o la rectora....
ResponderEliminarClaro...pero el karma quiso que fuera la limpiadora ;)
EliminarUn abrazo.
Muy buen relato, me encanto, saludos:D
ResponderEliminarGracias, Lilith!
EliminarAbrazos.
¡Este cuerpo no es el mío! Debe ser un flash abrir los ojos y saber que por fuera no eres tú, que estás en las auténticas antípodas. Pero igual a la señora de la limpieza le encanta la Historia Medieval y lo gozo al máximo.
ResponderEliminarCiertamente, hoy en día, hay que ser un crack para entender todos los conceptos y subconceptos en esto del género y del sexo.
un beso, Noelia.
¡Figúrate! Debe ser un shock pero la posibilidad de que te guste el cambio...está ahí, oye.
EliminarLo de los conceptos no es tan difícil si te informas un poco y a cambio, es muy necesario, por justicia social.
Un abrazo.
Un relato muy entretenido. La verdad es que me ha encantado.
ResponderEliminarUn beso
Es la mejor manera de empatizar con los demás , ponernos en su lugar literalmente.
ResponderEliminarDivertido pensar en el resto de la historia no escrita.
Un placer leerte
Beso
Siempre ingeniosa y creativa, buena historia!
ResponderEliminarBesis
tendré mucho cuidado cuando circule cercano a personal de limpieza, puede que en sus cubos tengan pócimas que te conviertan en lo deseado o ...lo contrario. Un abrazo
ResponderEliminarPobre hombre, un estilo muy Cacertado y con buen ritmo, yo lo seguiría :-)
ResponderEliminarUn abrazo y feliz noche
Vaya menra de cambiar de sexo! con accidente incluido. El pobre profesor, que no entendía más allá de sus estáticos libros. Un poco desfasado, pero ahora tal vez entienda mejor, o va e incluso le gusta el cambio. Igual es más divertido, como divertido y pedagógico es el relato.
ResponderEliminarUn abrazo.
Me pasa como a Bea, sobre todo me encanta el comienzo. El final efectivamente pide más, más relato.
ResponderEliminarPobre hombre... tener que aprender todo eso a su edad, que debe ser parecida a la de la limpiadora. nos quedamos con la duda de si el cambio es temporal. Lo que aprenderá antes de llegar al aula es lo cómodo que es ese calzado.
ResponderEliminarBesodss
Oye, esto merece una continuación, porque pedazo de relato!! Me ha gustado muchísimo.
ResponderEliminarNos queda tantísimo tanto por aprender de los demás.
Besotes
Se me ha hecho corto, quiero más!!! Es increíble que con tan pocas líneas nos dejes pensando y reflexionando sobre todo lo que hay detrás.
ResponderEliminarBesis