Esta semana la propuesta para escribir ha sido muy flexible. Se llama "uno de diez" porque Myriam, del blog De amores y relaciones nos ha dado nada menos que diez frases para que eligiéramos una y que esa fuera el inicio de nuestro relato.
Igual te parece una tontería pero en estas situaciones me bloque más que si no me dan a elegir...¡porque quiero hacerlas todas! Así que cogí la primera y a escribir XD
Esto salió...
El niño tenía sólo tres años. Era rubio y tenía los ojos azules. Ya
sabía algunas cosas, otras aún no se las enseñaban. Aparte, estaban
los secretos.
Por ejemplo, aún no sabía leer…pero leía a los animales. Sabía que
Curro, el perro del vecino del 5ºA, moriría en unos meses porque a veces veía, que
cuando se sentaba esperando a que su dueño abriera la puerta, estaba tan
cansado que le costaba respirar. También sabía que siempre le gruñía a Alberto,
su vecino de 7 años del 5ºC porque una vez, sin que le vieran sus padres, dio al
pobre can una patada en las costillas.
Tampoco sabía multiplicar…pero tenía en la memoria el número de veces
que Marcos, el universitario del 3ºB se miraba en el espejo del ascensor
peinándose, antes de que llegase al bajo. Sabía que lo hacía porque estaba
coladito por Genaro, el joven y despistado conserje del edificio.
No tenía ni idea de qué significaban esas siglas que a veces escuchaba
en las noticias, como IVA, PIB o IRPF pero sabía que María Lucía, la vecina del
2ºA hacía malabares con su pensión para sacar adelante a su amigo Pedro (con el
que compartía curso y afición por los chupa chups de fresa y nata que les
regalaba su abuelo) y a las dos mellizas.
Lo que sí sabía es que eran secretos y que no se podía hablar de ellos
porque una vez, al decir delante de su madre que el dueño de Curro y la mamá de
Marcos se daban besos en el rellano del 4º, ella, con voz crispada y ojos muy
abiertos le gritó “Cállate, niño. ¡Qué sabrás tú de las cosas!.
Así que sabía que había cosas que, aunque las había aprendido sin que
nadie se las enseñara…eran los secretos.
Ay los niños, no se les escapa una.
ResponderEliminarDesde luego hay que ser discretos, el rellano es muy traicionero.
Enhorabuena por el relato y feliz jueves.
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EliminarPara su edad, ya sabia de más.
ResponderEliminarSaludos
Me ha gustado el relato.
ResponderEliminarEse niño mira con los ojos y con el corazón.
Besos.
Se aprende más observando que estudiando..
ResponderEliminarWau!! Qué relato tan bueno te ha salido.
ResponderEliminarEse niño leía otras cosas;)
Besos
Los secretos y los niños no son muy compatibles, ellos dicen siempre lo que piensan.
ResponderEliminarBesos.
Curioso relato, siempre es un placer leerte =)
ResponderEliminarUn relato curioso
ResponderEliminarUn beso
Tienes mucha capacidad para escribir. Besos
ResponderEliminarSaben más de lo que les interesa a los adultos.
ResponderEliminarBesos!
Pues sí Noelia; los niños saben guardar muchos secretos y además, de cosas que los adultos ni se fijarían. Buena aportación. Un abrazo
ResponderEliminarA mi me gustaría acordarme de muchos de los pensamientos que tuve de niño.
ResponderEliminarCreo que has reflejado muy bien como pueden ser.
En unos casos incongruentes pero muy naturales y, en otros, tan sinceros que asustan al que los escucha.
Me ha gustado mucho.
Saludos.
Muy buenas Noelia me ha gustado mucho tu relato lo has desenvuelto con soltura y aportando esos pequeños secretos que los peques no saben que no deben de decir en voz alta.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo y muy feliz jueves.
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ResponderEliminarLa sabiduría de la inocencia se va pierde a medida que se crece y se reemplaza por otras que se contraponen con la honestidad. Muy bueno. Un abrazo
ResponderEliminarMuy bueno el relato. así son los niños, al menos los niños normales, curiosos y avispados, y también metepatas, en su bendita inocencia. Enhorabuena por el cuento, Noelia. Un abrazo.
ResponderEliminarsometimes kids see things they should not see...
ResponderEliminarBien nos valdría, de vez en cuando, observar a través de esa nívea mirada, sincera y sin filtros, que tienen los niños…
ResponderEliminarMuy bien llevado el reto, Noelia.
Un abrazo.
Sabia mucho de lo que le interesaba....
ResponderEliminarBesitos
Me parece super- tierna la manera en que te has metido como voz narradora en la piel de un niño de tres años. Es encantadora, dan ganas de abrazar a ese niño. Me alegra, por lo tanto, no sólo haber escogido esa frase sino también haberla puesto primera en la lista. Mil gracias por haberte sumado a mi convocatoria. Beso grande.
ResponderEliminarOpino como Myr, es una historia tierna y el niño, dentro de su ingenuidad, se enfrentaba a la realidad de la vida, aunque sin saber los por qué ya conocía los porque. Los niños saben mucho más de lo que nos imaginamos e intuyen cosas que a los adultos se nos pasan, tal vez porque hemos perdido mucha inocencia y naturalidad.
ResponderEliminarUn beso.
un niño vive en otro estadio mental, su mundo es aquel que entra por sus ojos, lo va asimilando y encaje para ser digerible , ser pequeño no se puede negarles capacidades. Tierna historia Un abrazo
ResponderEliminarMe ha gustado mucho este relato Noelia.
ResponderEliminarBesos.
Que belleza de relato y que belleza de niño. Besos.
ResponderEliminarObservador y discreto. Buena combinación de habilidades.
ResponderEliminarBien contado. Un abrazo.
Los niños están aprendiendo 24h, lo que se les enseña pero principalmente lo que ven. Saludos!
ResponderEliminarAy, los niños...
ResponderEliminarDe niño, todo es nuevo. Todo es aprendizaje. Y lo que mas le va a costar aprender son las normas que determinan, qué se puede y qué no se puede decir, de entre todas las cosas que aprenda. Y cuanto mas sensible, mas dificil...
ResponderEliminarBesosss Noelia
Jajaja me has hecho reír con la sapiencia de los más pequeños que no se les escapa una.
ResponderEliminarHola!! Me ha encantado tu posta, está genial. Besos!!
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