¡Vuelvo a los jueves de escritura!. La verdad es que ya me apetecía. El ratito de sentarme a escribir, con mi café o infusión y dejar volar la imaginación en base a una consigna...me gusta mucho, la verdad.
Cicatrices.
Llegó con 3 heridas...
...A menudo le venían estos
versos a la cabeza cuando estaba nerviosa. Ella ya no tenía 3 heridas, sino 3
cicatrices. Dicen que la cicatriz es símbolo de sanación. De que algo que en su
momento dolió, se cerró, se superó y ya está curado.
A veces no se sentía demasiado
segura al respecto.
Su herida del amor, lo tenía
claro...era su cesárea. Su hija Marga, a la que amaba con locura a pesar de la
distancia entre ambas por culpa de ¿ella misma? ¿la rebeldía adolescente de su
niña? ¿las circunstancias?
Tocar esa cicatriz, pese a llevar
curada más de veinte años ... aún le causaba dolor.
Su herida de la muerte también era fácil de identificar:
la cicatriz por herida de bala en aquel tiroteo, que casi la borra del mapa.
Vista en retrospectiva, como lograron rescatar a la víctima de secuestro y ella
misma sobrevivió, el balance era positivo.
Tocar ese nudo de fibras en su
costado, justo debajo de las costillas, le daba satisfacción.
¿Y su herida de la vida? Esa era
la menos visible, pero ella la conocía bien. A su oreja izquierda le faltaba un
trozo. Se la mordió su madre en una de sus crisis. Quién le dio la vida,
también la dejó profundamente marcada para vivirla...pero intentaba perdonarla
...era un tema complejo.
"Basta de disertaciones".
Se dijo así misma mientras terminaba de abrocharse la cartuchera, acomodarla
bajo su axila y ponerse la chaqueta.
Es increíble cómo puede divagar
la mente cuando hacemos cosas automatizadas tras años de práctica.
Tomo aire, se levantó de su
despacho y se preparó para presentarse al nuevo equipo del qué sería inspectora
jefa hasta la feliz fecha de su jubilación, esperaba.
Al otro lado de la puerta, sus
compañeros verían entrar a una mujer alta, de pelo blanco salvo un rebelde
mechón azabache, ojos pardos, piel oscura y un rictus de determinación en el
rostro.
Aún no verían sus cicatrices, ni
sus heridas.
Aún.
Me gusta mucho tu relato. La cesárea no deja de doler nunca. Duele la maternidad y las preocupaciones por los hijos. Un besazo enorme. Feliz día.
ResponderEliminarun recuerdo a Miguel Hernández para seguir con tus heridas, has sabido ser original al elegirlas y buena narradora al acercarnos a ellas. Abrazos
EliminarVeo que te llevas la prota al tema silversisterhood, pilla!! Me parece bien.También me parecería bien si llevara el pelo de cualquier otro color o no llevara pelo (también un tema interesante este) Cicatrices visibles e invisibles tenemos todxs, el tema es conseguir que de verdad sanen y en vez de verlas como heridas del pasado las veamos como medallas de lo superado. Besos!
ResponderEliminarLas cicatrices no curan nunca, puede que sanen, pero no curan. Buen relato
ResponderEliminarMe gusta el relato.
ResponderEliminarTodos tenemos cicatrices.
Las más preocupantes son las que no pueden verse.
Soltar dejar ir que no se arraiguen los dolores no valen la pena las cicatrices en un hoy diferente
Eliminarbonita tu entrada
Llegó con tres heridas
ResponderEliminarLa del amor
La de la muerte
La de la vida
Con tres heridas viene
La de la vida
La del amor
La de la muerte
............
Miguel Hernandez
Lo siento, al comenzar con las tres heridas me has recordado al poeta de Orihuela del que estoy enamorado de su poesía.
Me gustan mucho tus relatos Noelia.
ResponderEliminarBesos.
Me ha gustado el relato
ResponderEliminarBesos
Un relato prometedor con esa protagonista tan potente como bien perfilada en tus letras. Un saludo
ResponderEliminarvery interesting:)
ResponderEliminarMuy buen hilada esa historia de las tres heridas, y espero que la comisaria acabe dando muestras de un acertano tino llevando las investigaciones más complejas, porque es muy sabia.
ResponderEliminarUn abrazo
Tiene pinta de saga y de reto. E Vas a encajar el tema juevero semanal, en el universo de esta policia, recien nacida , a un psso de jubilarse, verdad?
ResponderEliminarMuy buen planteamiento, tanto si lo sigues como si no
Besoss Noe
Parece muy interesante, que madre no tiene herida en el fondo de su corazon?
ResponderEliminarHay cicatrices que nunca se cierran del todo.
ResponderEliminarPrecioso.
Besitos
Una historia muy sentida de superación, pese a las cicatrices que aún quedan vibrando sobre y dentro de lo que muestra. Un abrazo
ResponderEliminarMuy buen relato, me gustó mucho. Creo que todos tenemos esas cicatrices que nos paran un momento, para como la protagonista pensar en ellas, y continuar adelante. Un abrazo fuerte.
ResponderEliminarEscribes muy bien y no es fácil porque seguro que todas tenemos ideas en la cabeza, pero a la hora de poner palabras es más complicado.
ResponderEliminarBesos.
Woooo
ResponderEliminarMe ha encantado el relato!
Muchisimas gracias por compartir
Besos ♥
la cicatriz por el tiroteo se entiende mejor cuando al final se desvela que esta mujer es policía. y siendo una mujer tan fuerte y valiente, no es extraño que haya llegado al cargo de inspectora jefa.
ResponderEliminarlas cicatrices nos enseñan muchas lecciones...
besos!!
Gran personaje femenino, muy bien delineado... Dicen que sabio es quien sabe llevar como insignias sus cicatrices.
ResponderEliminarAbrazo hasta vos.
Tres cicatrices muy certeras y que hablan de la vida de la protagonista y que le dan fuerza para afrontar su nuevo destino, a modo de condecoraciones.
ResponderEliminarCreo que lo encierra todo. La sangre se va, pero las cicatrices quedan.
ResponderEliminarPor un momento pensé que acabaría con todos y una segunda lectura, volví a pensar lo mismo, no sé, será que, aún no termino de despertar.
ResponderEliminarCicatrices visibles e invisibles ...
Buen relato, abrazo
desgraciado de aquel que no tiene que ocultar cicatrices, por que su vida habrá sido vacía de amor Un abrazo
ResponderEliminarTres tipos de cicatrices muy distintas, pero que cada una a su manera deja su huella y no solo las visibles! Bonito el relato que deja con ganas de saber más de esta interesante inspectora! Saludos!
ResponderEliminarTiene unas heridas marcadas, las que le recuerdan aspectos de su vida ya superados en el tiempo pero no en su alma y en su mente tampoco. Tengo la impresión de que ahora lame sus heridas al verse inmersa en su trabajo pero cuando la rutina dé lugar a otra, tal vez, solo tal vez, las cicatrices se abran.
ResponderEliminarMuy buen relato, Noelia, y muchísimas gracias por acompañarme en esta aventura un tanto caótica :-)
Un beso muy grande y espero verte en la convocatoria de esta semana que ya va a empezar y que también organizo :-)
Un beso.
¡Precioso el relato, me ha encantado! Un besote
ResponderEliminarTodos llevamos heridas...que están en proceso de cicatrizar y otras ya cicatrizadas. Y de todas se aprende, y de todas se sale distinto. Me encanta como lo has reflejado, saludos!
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