Esta semana, en el blog de Moli del Canyer hemos podido disfrutar de varias fotografías de Tino Soriano, un fotógrafo cuya obra me ha encantado conocer. El reclamo consistía en elegir una, y escribir nuestro relato a partir de ella. Yo he elegido la que verás más abajo, y te dejo también lo que me salió escribir. A ver qué te parece.
Flores de ganchillo
Alberto Peña se consideraba un
hombre racional y práctico, poco dado a sentimentalismos. Gestionaba con
eficacia la residencia de ancianos “Virgen del olivo” y tenía a su cargo más de
cien trabajadores a quienes exigía lo mejor de sí mismos para atender a las
personas mayores de la comunidad.
Cada mañana se levantaba
marcialmente a las cinco y cuarto de la madrugada, hacía su media hora de
cardio más el bloque de ejercicios que su preparador le encomendase, desayunaba
café solo con una tostada de aguacate y huevo y ponía rumbo al trabajo en su
flamante mercedes último modelo sin pasar jamás de la velocidad recomendada por
las señales. Siempre seguía el mismo recorrido, y siempre pasaba por delante de
aquella rotonda tan extravagante, decorada con aquellas flores de mil y un
colores que brillaban de una manera casi obscena a la luz de los primeros rayos
del día. Sinceramente, le parecía una horterada: ya podía el ayuntamiento hacer
cosas más prácticas que decorar rotondas con manualidades de niños de
guardería.
Ese día tenía una reunión
importante con su personal de terapia ocupacional: tres profesionales que
estimulaban a los pacientes con Alzheimer, demencia o cualquier otro problema
de memoria o capacidades cognitivas. Hacía ya semanas que le amenazaban con una
huelga, secundada por los sindicatos, porque reclamaban más personal para su
departamento.
Entrando por la puerta casi tropieza
con doña Amparo Velázquez. La mirada perdida de la anciana le hizo darse cuenta
de que otra vez estaba en uno de sus momentos de confusión. Una enfermera
trataba de volver a meterla hacia el interior del edificio y la residente
(habían cambiado el apelativo de “paciente”, al considerarlo demasiado brusco)
se resistía con cabezonería y rictus casi infantiles. Con el forcejeo, una flor
de ganchillo cayó del bolso de Doña Amparo.
Alberto la cogió del suelo y la
miró con enorme curiosidad.
-
¿Y esto?, - le preguntó a la enfermera.
-
¡Ah! Las flores – le respondió esa muchacha cuyo
nombre ni conocía – Las están haciendo con los terapeutas. Les viene muy bien
para mantenerse activos, trabajar la psicomotricidad fina y además, que se les
reconozca su valor y presencia en la sociedad: la alcaldesa las pone en una
rotonda, llamada “Gracias a las personas mayores de L’estany”, para así
visibilizarles y honrarles.
Mientras escuchaba la explicación,
Alberto iba asintiendo con la cabeza. Devolvió la flor a Doña Amparo y se
dispuso a ir, con otro talante, a su reunión pendiente.
A partir de ese día, miraría la
rotonda con otros ojos.
Un relato muy bonito, Noelia
ResponderEliminarBesitos
Noela te felicito, has hecho un texto conmovedor , La valoración siempre es importante y en esta ocasión Alberto cambió su manera de sentir esa rotonda, pues en ella vio que no solo había flores de ganchillo sino mucho más. Un abrazo y muy feliz jueves.
ResponderEliminarSí que me ha gustado.
ResponderEliminarTiene buena moraleja.
Un aplauso para ti.
De ganchillo, de tela, de papel, sobre password, en esos temas tengo en casa una experta, solo un problema, se acumulan y donde las pones, en casa no hay rotondas.
ResponderEliminarSaludos
Muy bonito, tanto el relato, como el fondo, como las flores, y la fotografía. Besos!
ResponderEliminar¡Hola Noelia!
ResponderEliminarPues me ha encantado el texto, creo que te ha quedado genial y oye, que facilidad para retratar perfectamente a un personaje en tan pocas líneas, he quedado impresionada ^^
Besotes y feliz semana!
Un relato bonito
ResponderEliminarUn beso
so amazing post
ResponderEliminarUnas flores preciosas, ¡Me encantan!
ResponderEliminarBsss
Hola.
ResponderEliminarQué bonito, me ha gustado mucho. Que llamen residentes a las personas de la residencia me parece estupendo.
Enhorabuena por un texto tan lindo.
Feliz día.
Que lindo y original!!! Y esas flores quien pudiera tener un jardin tan bello.
ResponderEliminar¡Muy bonito, Noelia! Un besote
ResponderEliminarLa atención de las personas mayores es ya un desafío enorme, si le agregamos lo que representa atenderlos cuando están enfermos, hablamos de un logro monumental. El ejemplo que nos traes resulta muy demostrativo de lo que se puede lograr aún con poco. Un abrazo
ResponderEliminar¿Me emocionas con tus relatos? Mira, sí, mucho.
ResponderEliminarQué bonito... Jo, me ha encantado.
Un besazo, reinona.
estaba pensando la última frase del relato antes de leerla. ahora que el director del centro sabía la historia que había detrás de esas flores, las miraría con otros ojos. :)
ResponderEliminarhacer manualidades es una buena terapia. te hace tener la mente adecuada, y luego te satisface ver el resultado.
besos!!
De repente me he dejado atrapar por tu historia y me he imaginado todo, estudié Educación Especial y estuve en asociaciones y la verdad la labor que se realiza ahí es muy importante para ellos y para la sociedad en general. Me encantaría que pudieras seguir con este relato, yo lo leería encantada. Un beso.
ResponderEliminarUn trabajo que sirve mucho A TODOS LOS QUE SE ENTRETIENEN CON ELLAS y le belleza que alegran las ciudades.
ResponderEliminarPues has hilvanado una historia muy bella y no te has olvidado de l'Estany. Muy bueno, besos.
ResponderEliminarNo sabes la de recuerdos y vivencias que me trae este relato...una parte muy grande de mi vida profesional se centró en ellos y en ese ambiente que se crea en las residencias, y esas enseñanzas me marcarán de por vida. Precioso guapi, saludos!
ResponderEliminarMuy bonito Noelia.
ResponderEliminarBesos.
Las manos expresan lo que a veces el olvido no deja.
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